El escritor insomne

El escritor insomne pasa la noche de un lado a otro de su guarida, a ratos sentado frente al ordenador, a ratos paseando por una galería iluminada por una luna casi llena, blanca y enorme, como la oblea de un alfajol.

 

El escritor insomne escribe:


«SEC. 36. INT. — GUARIDA DEL ESCRITOR — NOCHE»


Y luego describe a un escritor insomne que pasa la noche de un lado a otro de su guarida, escribiendo unos ratos y contemplando la luna otros.

 

Al escritor insomne le gustaría describir en la secuencia 36 a un escritor que duerme plácidamente en una cama antigua, con dosel, en una vieja casa de muros anchos y escaleras de película de intriga.

 

Como cada noche, desde hace un tiempo, el escritor insomne aguarda con ansiedad el momento en que la aurora despunte sobre el alero del tejado del patio. En ese momento, cierra la tapa del ordenador, se calza unos zuecos alemanes, se echa unas monedas al bolsillo y baja a toda prisa las escaleras de película de intriga.

 

El escritor insomne acude cada mañana, en cuanto la aurora asoma sobre el alero del tejado, al bar del pueblo. A esa hora nunca hay parroquianos; solo la dueña, que se llama Pilar y le gusta oír a Camarón y al Cigala, antes de que lleguen los clientes y tenga que encender la tele.

 

El escritor insomne se sienta en un taburete frente a la barra, pide un café y lee el periódico cada mañana. Primero la columna de la última página, después las noticias de la provincia y por último las de cultura. A veces, para tener tema de conversación a la hora de los vinos, le echa un vistazo a los deportes y se entera del último fichaje estrella de algún equipo importante.

 

Sin embargo, esta mañana, al entrar en el bar el escritor insomne se encuentra a un guardia civil, barbilampiño y ligeramente obeso, que desparrama sus carnes, su tricornio y un Red Bull con hielo (en vaso sidrero) sobre la barra del bar del pueblo. Para colmo, el agente de la Benemérita tiene el periódico abierto por la página de deportes y bisbisea, mientras lee la noticia del último fichaje del Barça, o del Madrid (desde su taburete, el escritor insomne no es capaz de distinguir más que el titular).

 

El escritor insomne pide su café, tararea Lágrimas negras en versión del Cigala & Bebo Valdés, y aguarda el momento en que el benemérito se aburra de la lectura para lanzarse sobre el periódico y leer la última columna, que suele ser de un hermano o un primo de Andrés Trapiello (al menos se apellida como él).

 

El escritor insomne se impacienta. El Número de la Guardia Civil lee por tercera vez la noticia del fichaje (ahora alcanza a ver que se trata de Cesc Fàbregas, o algo así), moviendo el dedo bajo las letras para no pasarse de línea. Sin duda —piensa el escritor insomne—, se trata de otra víctima del sistema educativo de la ESO y de la LOGSE.

 

El escritor insomne se rinde y tira la toalla. Paga el café, sale a la calle cuando el sol ya sobrepasa ampliamente los aleros de los tejados, y contempla por unos segundos el vehículo del guardia civil, aparcado frente a un vado.

 

El escritor insomne vuelve a su guarida. No tiene sueño. Pasea de un sitio a otro, pero no consigue concentrarse. Su rutina se ha roto. Se siente perdido. No es capaz de escribir, ni de dormir, ni de pensar en otra cosa que en el guardia civil de la ESO que, sin saberlo, acaba de joderle la mañana.

 

El escritor insomne se sienta frente a su portátil, levanta la tapa y escribe:

 

«SEC. 37. INT. — BAR ROYAL — DÍA

 

Un ESCRITOR que ha pasado la noche en vela entra en un bar de un pequeño pueblo. En la barra hay un GUARDIA CIVIL que lee el periódico. El escritor se sienta, pide un café y mira fijamente al guardia civil. Necesita leer el periódico. Por sus gestos deducimos que es cuestión de vida o muerte. El guardia civil lo mira, le sonríe amablemente.

 

GUARDIA CIVIL

Los fines de semana sólo trae tonterías de deporte.

 

ESCRITOR

Es cierto, los sábados hay pocas noticias.

 

GUARDIA CIVIL
(con mucha amabilidad, sonriendo)

¿Quiere usted echarle un vistazo?

 

ESCRITOR

No estaría mal. Más que nada, por comprobar la Bono Loto».


Después de escribir la secuencia 37, el escritor insomne se siente bien; incluso tiene sueño. Se echa en la cama y empieza a caer en un profundo sueño: sueña que la literatura y el cine pueden cambiar el mundo.

 

FUNDIDO EN NEGRO. FIN