Que un inglés hable inglés en Cornualles, por poner un ejemplo, parece la cosa más natural del mundo. Que un inglés solo hable inglés en Orihuela, por poner otro ejemplo, también lo hemos aceptado como natural. Sin embargo, que un español hable español en su país y que un inglés lo reconvenga de malas maneras para que hable en inglés ya empieza a ser poco divertido, por decirlo con educación.
No obstante, aunque los que estudiamos francés en su día ya somos causa perdida —en general, salvo honrosas excepciones— para aprender nuevos idiomas, lo cierto es que los niños españoles empiezan a aprender la lengua de Dickens desde los dos meses de nacer, o antes. Cuando alcanzan la pubertad ya se han examinado del A1, A2, B1, B2, C1 de inglés y así hata la Z, tras saltarse la Ñ pero no la W, faltaría más.
Si cuento esto es porque ayer mismo, en el párking de Carrefour, donde suelo comprarme la ropa de entretiempo, fui protagonista a mi pesar de una escena desagradable que me ha dado mucho que pensar sobre la naturaleza del género humano en general y la Torre de Babel en particular.
Estaba yo ligeramente apoyado en un vehículo de tracción a las cuatro ruedas, rojo por más señas, y de tamaño más que considerable, cuando un caballero se dirigió a mí dando unos gritos espeluznantes en inglés. No hace falta que lo diga —pero lo diré— que el Donut de chocolate que me estaba zampando para merendar se me cayó de las manos y ruló por el suelo cual rueda del carro de Helio. El señor me gritaba, gesticulaba e hinchaba las venas del cuello; en inglés las tres cosas. Tardé unos segundos en entender lo que sucedía.
Resulta que el vehículo-cuasi-camioneta en el que yo estaba ligeramente apoyado ocupaba tanto espacio en la plaza de aparcamiento que le impedía al caballero entrar en su coche. Intenté hacerme entender en castellano, que es mi lengua materna, pues el panocho no cuenta en el contexto internacional. Lo intenté luego en valenciano y en un francés ridículo, que me hizo enrojecer a mí mismo por mi atrevimiento. Y el señor gritaba «¡In english, in english!». Y yo respondía «Yes, yes», que eso sí me lo sé. Y cuanto más decía «Yes» más se enfurecía él. Y así hasta que vi que aquel gentleman —no seré tan grosero de llamarlo “energúmeno”— levantaba los puños y se abalanzaba contra mí con la intención de agredirme o algo peor. Y yo, que no soy partidario de la violencia desde 1982, cuando vi la película Gandhi en el cine de verno de mi pueblo, Cine Imperial se llamaba, hice lo que suelo hacer siempre en casos parecidos: me tiré al suelo y fingí un infarto de miocardio agudo. La verdad es que está feo que lo diga, pero me sale fetén. Y allí quedé, cuan largo y voluminoso soy, sobre el suelo del párking de Carrefour. Y, en estas, el extranjero calló (con doble ´L` porque no es del verbo caer, sino callar) también de forma fulminante. Y por el rabillo del ojo derecho vi cómo abría la puerta del copiloto de su vehículo con mucha dificultad, metía barriga, entraba, arrancaba y huía del lugar del delito, pues la falta del deber de socorro se considera delito aquí y en Cornualles, me parece.
Después me levanté, me sacudí el polvo de las sandalias, como hizo Vicente Ferrer en no sé qué ciudad, y me subí a mi modesto utilitario, que estaba aparcado justo enfrente y es color marrón-mierdagato metalizado, y que, por si a alguien le interesa, lo tengo en venta, porque cuando conduzco me toco las rodillas con la frente y me parece peligroso. Comunicad conmigo por privado si estáis interesados en la compra, que me da no sé qué poner aquí el número de teléfono.
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Juan Leon (miércoles, 18 septiembre 2019 13:41)
Cuantos kilómetros tiene y en que condiciones esta?Podemos llegar a un acuerdo
Luis Leante (miércoles, 18 septiembre 2019 13:45)
Tiene casi un millón de kilómetros y se está cayendo a trozos, menos el tubo de escape, que se lo cambié el 2 de mayo por la tarde. Por lo demás, estoy dispuesto a negociar lo que sea, como los partidos políticos.
Cristina Ñíguez (viernes, 20 septiembre 2019 06:58)
¡Eres genial, profe! Me has hecho reír varias veces con el café matutino. Qué bonita forma de contar.
Luis Leante (sábado, 21 septiembre 2019 11:35)
Hola, Cris. Qué alegría tener noticias tuyas después de tanto tiempo, aunque nos vimos hace unos años en Elche, si la memoria no me falla. Muchas gracias por tu comentario.