En cierta ocasión Damiana Morell (psiquiatra de profesión y filóloga de afición) me confesó que la palabra «estiércol» le parecía una forma muy bella de nombrar la «mierda». Ese día decidí estudiar Filología por correspondencia. Poco después le pedí matrimonio a Damiana y firmó mi alta médica. Desde entonces intercambiamos palabras bellas y ansiolíticos casi cada noche*.
(*Microrrelato encontrado en una botella en la Ría de Arousa, Pontevedra. Autoría: desconocida. Soporte: papel de 80 gr; 21,5 x 11 cm. Estado: bueno, con algunos restos de humedad. Escritura: tinta Pelikan verde)
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