A veces a uno se le mete una canción en la cabeza y no se la saca en horas, puede que en días; en casos graves llegan a ser semanas y meses. A mí me pasa eso mismo con las palabras. Se me mete una palabra en la cabeza y es que me machaca el hipotálamo como un martillo pilón, y en algunas ocasiones me ha llegado costar incluso el divorcio.
Eso fue lo que me ocurrió en cierta ocasión —digamos en mi primer matrimonio— con la palabra «serendipia». La leí en un manual de bricolaje y acto seguido se me grabó en el subconsciente. Debo decir que a mí no me gusta especialmente el sustantivo «serendipia»; soy más fans del sinónimo «chiripa», de origen incierto. Sin embargo, en cuanto la leí en aquel manual ilustrado empecé a utilizar «serendipia» a modo de comodín para todo: «Por favor, póngame una serendipia con unas aceitunas»; «Menuda serendipia estás hecha tú»; «Tengo un dolor de serendipia…»; «Ojos que no ven, serendipia que no siente». Y cosas así. El problema fue a mayores cuando empecé a gritarla en sueños y mi primera esposa se inquietó, no sin motivo. Me preguntó, morrijunta y alarmada, quién era una tal Serendipia a la que mencionaba en sueños con pasión a la par que entusiasmo. Y me dio tanta vergüenza confesarle la verdad que preferí mentirle, aun a riesgo de poner en peligro mi reciente matrimonio. Le expliqué, en un alarde de improvisación o trovo sin rima, que era una compañera de trabajo con la que solía tomar café a media mañana. Y aquello sonó falso, naturalmente, porque yo era escritor, o lo pretendía, y trabajaba en casa —como mucho en el trastero cuando el televisor y las visitas de los amigos de mi primera esposa me impedían concentrarme—. De ahí a la separación, primero, y al divorcio amistoso, después, apenas hubo un paso, o paso y medio. Lo verdaderamente lamentable es que no he conseguido quitarme esta obsesión por las palabras después de tantos años. Por ejemplo, una vez se me coló en el cerebro la palabra «mastuerza» y... Bueno, mejor lo cuento cuando hable de mi segundo divorcio.
Escribir comentario